Atardecer en la Laguna Merín - Javier FlàniguenA orillas de una de las reservas de agua dulce más importante del mundo, declarada por la FAO como Reserva mundial de agua dulce, se encuentra el balneario Lago Merín. Con hermosas cabañas entre bosques, hoy es una opción turística singular y sumamente disfrutable.

Un viento y un oleaje permanentes agitan aquel mar de aguas verdes, dando la sensación de estar en alguna zona rumorosa del Atlántico. Pero la playa es muy llana y el agua carece de salinidad. En algunos fragmentos del horizonte se dibujan sombras; son los árboles que crecen en la orilla brasileña de este lago, grande como un mar.

Al ver por vez primera la Laguna Merín, el viajero se maravilla de su extensión: los 3.750 km2 que la convierten en la segunda reserva de agua dulce en latinoamérica.

El alojamiento es de muy buen nivel y es un sitio donde abunda el turismo a lo largo de todo el año, acentuándose en los meses que comienza el calor cuando se avecina el verano. La posibilidades de hospedaje son muy amplias, disponiendo de un lujoso hotel con todas las comodidades, alquiler de casas, bungalows, chalets y dos extensas zonas de camping, y los precios, son mucho más módicos que en cualquier balneario del este.

Ya saliendo de la zona poblada y turística, comienzan los bañados con su rica fauna criolla. Garzas, patos masarico, chajás y ñandúes habitan las verdes praderas ubicadas detrás de los médanos de la costa. Un poco más adentro, en el monte, abunda el carpincho. Frecuentemente, se organizan "carpincheadas", que culminan en grandes comilonas. También hay abundancia de nutrias y algunos yacarés.

En la desembocadura del Tacuarí se vive una posible versión del paraíso. Está ubicada a 7 km. de la zona poblada del balneario. En el trayecto, bandadas de pájaros de distintas especies van llenando el aire con sus graznidos. La luz reverbera. De pronto, es sorprendida una tortuga con su rugoso cuello estirado al sol. Un espeso monte criollo, bajo y espinoso, da la única sombra en aquel paraje solitario.

Muchos montevideanos aún la desconocen por encontrarse a 420 kilómetros, a su escasa promoción, y la sostenida seducción de los balnearios del este. Pero para los brasileños de Río Grande y los uruguayos de los departamentos norteños, el Lago Merín es la mejor posibilidad de vivir unas apacibles vacaciones marítimas con agua dulce yodada.

Foto: Amanecer en Lago Merín - Javier Flàniguen

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